Narrada en primera persona, la
novela se divide en dos etapas. La primera, que abarca tres cuartos de la
extensión total, puede considerarse que cuenta la historia
propiamente dicha. La segunda, relata las reflexiones del protagonista como
desenlace final, lo que consigue inyectar un efectista y medido dramatismo.
A pesar de constar tan solo de dos
partes, la estructura del libro está muy estudiada, muy trabajada. Aparecen
esporádicamente pequeños detalles, despreciables a primera lectura, que se
transforman en importantes giros dentro del argumento. La novela se narra
dentro de continuas idas y venidas en el tiempo, sin que el lector se sienta
perdido en ningún momento.
Frisch narra de manera seca, tal
vez algo fría, pero muy eficaz, muy acorde con el carácter de Walter Faber, al
que pone voz. Aún así consigue una variación del tono narrativo a medida que
avanza la lectura y las circunstancias personales del protagonista van
cambiando. El tono cambia con la evolución del personaje. Lo borda.
«Todo el
mundo se pasea, todo el mundo ríe.
Parece un sueño:
Policías blancos fumando puro; soldados de la marina fumando puro:
muchachos con las caderas embutidas en estrechos pantalones
CASTILLO DEL MORO (Felipe II).
Me hago limpiar los zapatos.
Decido vivir de otra manera.
Me siento feliz.
Compro puros: dos cajas.
Puesta de sol.
Chiquillos desnudos en el mar; su piel, el sol brillando sobre su piel
mojada, el calor; me siento y fumo un cigarro; nubes de tormenta sobre la
ciudad blanca: de color negro violáceo; al mismo tiempo, últimos resplandores
del sol en las casas altas.»
Es Homo Faber una gran novela, sin duda. Aún así he leído por ahí que
la mejor de su autoría es No soy Stiller.
Habrá que leerla.