A pesar de ser uno de los escritores escandinavos más populares y leídos, yo no sabía de su existencia. La falta
está reparada.
De igual modo que en reseñas
anteriores he hablado sobre la falta de profundidad intelectual que muestran
los contenidos y desarrollos de algunas novelas, esta es una ocasión para
apuntar todo lo contrario. Cómo funciona el engranaje, perfectamente coordinado
y engrasado, cuando quien escribe se apoya sobre una sólida Cultura y unos
conocimientos ajenos a cualquier tipo de complejo o sumisión ideológicos.
Narrado a modo de diario, Soderberg
consigue que el lector, a medida que avanza en la lectura de sus entradas, vaya
conociendo a la perfección el modo de vida, el carácter y las ideas del protagonista.
«No me divierte ni el frecuentar conocidos ni las villas en el
archipiélago. El archipiélago menos que nada. Un paisaje de picadillo, hecho de
trocitos menudos. Islitas, canalitos, montañitas y arbolitos raquíticos. Paisaje
pálido y depauperado, de colores fríos, sobre todo grises y azules, pero no lo
bastante pobre para mostrar la grandeza de la devastación. Cuando oigo a
alguien que alaba la hermosura natural del archipiélago, siempre sospecho que
piensa en otra cosa, y la más superficial indagación confirma casi siempre la
sospecha. Uno piensa en aire fresco y baños agradables, otro en su yate, un
tercero en pescar con caña, y meten todo eso en el saco de la hermosura de la
naturaleza. El otro día hablé con una joven que estaba entusiasmada con el
archipiélago, pero el curso de la conversación reveló que pensaba en las
puestas de sol y posiblemente también en un estudiante. Olvidaba que el sol se
pone en todas partes y que los estudiantes se desplazan.»
Un asunto profesional, como
muchos otros que ha atendido con anterioridad el doctor Glass, se convierte en
el punto central desde el que se traza el círculo perfecto de la trama y su
historia. Una leve desviación sobre la manera habitual en que el protagonista
interpreta este tipo de consultas, la convierte en detonante de una serie de
planteamientos éticos que acompañan los pensamientos del doctor y el desarrollo
de la novela.
Y es que el ser humano es capaz
de justificarse por cualquier acto negativo que haya llevado o vaya a llevar a
término. Lo más interesante y curioso del caso es que no importa la gravedad
del hecho, la justificación requiere el mismo esfuerzo para el pueril suspenso
del estudiante, para la insignificante tardanza del impuntual o para el
asesinato de millones de personas. El comandante de Auschwitz Birkenau escribió
en sus breves memorias que sólo se arrepentía de haber dedicado poco tiempo a
su familia.
Es falso que la mala conciencia
no deje dormir. La mala conciencia se deshace en el cerebro humano como la miga
de pan en el río, y acaba por ser, tan solo, un concepto abstracto en la mente de las buenas
personas. El más grande mentiroso, el mayor criminal, duermen como bebés. La
conciencia tranquila no garantiza el sueño reparador.
«De la orquesta surgía, precisamente entonces, el enigmático leitmotiv:
“No debes preguntar”. Y me parecía que en aquella mística sucesión de sonidos y
en aquellas tres palabras descifraba la súbita revelación de una muy antigua y
oculta sabiduría. “No debes preguntar”. La suma de verdad que te es útil se te
da de balde; viene mezclada con error y mentira, pero es por tu bien, ya que en
estado puro te quemaría las entrañas. No intentes purgarte el alma de mentiras,
porque con ellas se irán muchas otras cosas en las que no has pensado, y
quedarás vacío de ti mismo y de todo lo que es valioso para ti. “No debes
preguntar”.»
Tomo nota, además me atrae el norte y esa mentalidad atormentada que tan bien reflejan sus escritores y cineastas.
ResponderEliminarPor otro lado, hace unos meses estuve en Noruega y en Suecia, y te juro que una parte de su paisaje marítimo de esta última me causó una impresión parecida a la que describe el narrador.
Un saludo.