Wells Tower, nació en Vancouver (Canadá) el año 1973 aunque desde pequeño vive en los Estados Unidos. Ha publicado sus relatos en diversos periódicos y revistas y ha ganado importantes premios.
Con el ascensor nació una experiencia sin parangón y una nueva forma de comunicación: las conversaciones de ascensor. Es decir, comunicarse con una o más personas compartiendo un ridículo espacio durante breve tiempo, sin tener posibilidad de rectificar la posición para recuperar la intimidad del aura.
Las conversaciones de ascensor se entablan porque las personas agrupadas, invadiéndose el espacio vital mínimo, se provocan cierto malestar. Hay que distender esa violenta situación y para ello se inicia una conversación sin un sentido claro, ni falta que hace. Pero se inicia con un motivo de fondo, que es el fundamento esencial de este tipo de charlas: importa un pimiento el interlocutor, importa un pimiento. No interesan ni su opinión ni su manera de ver las cosas. No interesan su cara, su ropa ni su vida. Sólo se desea que el cansino ascensor llegue de una vez al piso que se ha pulsado.
Esta reseña se sostiene sobre el mismo fundamento que las conversaciones de ascensor: el libro que se trata en esta entrada me importa muy poco. No me importan nada los temas que toca; me dan igual los paisajes y personajes de sus historias; no me interesa el lenguaje que usa y la técnica narrativa no muestra nada nuevo.
Ahora imaginen un lector perdido en la Casa del Libro. No tiene claro cual será su próxima lectura. Hojea libros para ver qué compra. Entre sus manos tiene Todo arrasado, todo quemado y en la primera página lee lo siguiente:
Bob Munroe se despertó boca abajo. Le dolía la mandíbula, los pájaros matutinos aullaban y tenía los calzoncillos bastante sucios.
Unas líneas más abajo:
Ahora estaba rodeado de migas: debajo del pecho desnudo, metidas en los pliegues sudorosos de los hombros y el cuello, aunque notaba que la más grande y la peor de todas la tenía dentro de la raja del culo, como si alguien hubiera disparado ahí una flecha de sílex.
¿Pájaros matutinos? Los pájaros sólo son. De todo el día. ¿Es el gallo un pájaro matutino?, ¿el gorrión?, ¿el mirlo? No sé de ningún pájaro que sea sólo de la mañana y caiga fulminado al llegar el mediodía. Y además no aúllan. No aúllan ni metafóricamente: cantan, ululan, pían, gorjean, incluso chillan… O, tal vez, algunos emitan unos horrendos sonidos que parecen aullidos.
¿Dentro de la raja del culo? Tufo a escritura de niñato que no escandaliza ni a las monjas. Se puede describir de modo más elegante y provocador, pero sobre todo de una forma más literaria.
En la primera página aúllan pájaros matutinos y nos planta de golpe una raja del culo. Peculiar uso del idioma que, con toda probabilidad, hará que el lector perdido no compre el libro. Es lo que yo hubiera hecho si no fuese porque es el elegido por el grupo de lectura que frecuento.
Comentado el detalle de la primera página, señalemos que Todo arrasado, todo quemado es un libro de cuentos.
Finales abiertos, temas cotidianos, incluso anodinos, cierta tensión, cortos desvíos de la trama para volver al hilo de la historia. Vamos, que se trata de otro autor que bebe de Carver, Salinger, Cheever...
Tower es un autor joven. Es legítimo imitar el estilo de los clásicos y hacerlo de forma correcta no es fácil. Espero que en el futuro escriba algo que me interese.